El Guayo fue contundente y firmó la victoria para el Fortín.
Contundente. Ese es el adjetivo para describir el partido de Thiago Almada ante Lanús por la ida de los Octavos de Final de la Copa de la Superliga. Su presencia y calidad fueron determinantes para que Vélez pueda llevarse una victoria en el Sur que valdrá mucho para el partido en el José Amalfitani.
Al principio del encuentro y hasta mediando la media hora, el partido de Thiago había sido malo. No podía pisar fuerte en mediocampo contrario, mucho menos avanzar desde ¾ de cancha. El trabajo de Guillermo Acosta en retroceso y de Leonel Di Plácido fueron esenciales para que no pueda mostrar sus condiciones. Sin embargo, de a poco fue entrando en su sintonía y aprovechó las expulsiones en ambos equipos -había mucho más espacio en el terreno de juego- para jugar como él sabe.
Tras el penal errado por Sand, Vélez fue con todo a terminar de bajar el autoestima de los jugadores granates. Y así fue. Desde una salida común y corriente, utilizando la subida de Braian Cufré como lateral izquierdo, y tras un relevo de posiciones entre Leandro Fernández y Thiago para que ambos distraigan la marca, solamente le quedó al Guayo puntearla y enganchar al medio para poner el segundo gol del Fortín que liquidaba un partido lleno de cruces y de un pésimo arbitraje.
Es por eso que Thiago es la figura. Porque con su conocido atrevimiento propio de potrero de Fuerte Apache supo liquidar una victoria que vale por dos y además supo cuándo remontar su nivel en el transcurso del partido.
Ramiro Boz
@ramiroboz