Ricky Álvarez disputó su último partido como jugador profesional con la camiseta del Fortín y en Somos Vélez hacemos un repaso de su carrera
Empate en cero ante Patronato. El resultado era lo de menos en el José Amalfitani. Todos los ojos estaban puestos en él, quien entró a los 72 minutos por Nicolás Garayalde. Ricardo Gabriel Álvarez le puso cierre a su carrera como futbolista profesional. Fueron 13 años repletos de emociones, tanto buenas como malas. Dos campeonatos locales, una venta millonaria a Italia, un subcampeonato del mundo con Argentina y un sinfín de lesiones que acortaron y no dejaron disfrutar todo su talento.
Oriundo de La Paternal, hizo el baby en Caballito Juniors y Parque. Ingresó en las filas de Boca Juniors con Ramón Maddoni para comenzar su tira de inferiores. Llamativamente -ya que hoy su altura es de 1.88 mts- quedó libre del Xeneize debido a que no crecía. Fue ahí donde decidió probar suerte en Vélez y de la mano de Eduardo Pino Hernández como Coordinador del Fútbol Infantil comenzó su historia en Octava División y en la misma categoría de jugadores como Nicolás Otamendi, Gastón Díaz, Marco Torsiglieri, Leandro Coronel, entre otros.
Ninguno de los anteriores nombrados fue el primero en debutar en Primera de dicha categoría, ya que en 2006 bajo las órdenes de Miguel Ángel Russo fue Maximiliano Timpanaro. Un día entrenando en un selectivo, Marcelo Herrera le comunicó a Ricky que vaya a buscar sus cosas que iba a cruzar de calle en la Villa Olímpica. Fue así que el 8 de Junio de 2008 hizo su debut como profesional en un partido ante Independiente que terminó en un empate sin goles con Hugo Tocalli como DT. Una semana después comenzaba su gran calvario: las lesiones. Una ruptura de ligamentos cruzados en la rodilla lo iba a alejar un gran tiempo de las canchas y para colmo, en su regreso -ya con Gareca de DT- se desgarró. Aún así, formó parte del plantel que ganó el Clausura 2009.
Se podría decir que su gran historia con Vélez comenzó aquella noche en el Monumental. En la entrada en calor, se cansó de escuchar que le gritaran “flogger” y a los 8 minutos -tras una mala salida de Vega- la punteo y mandó a guardar. Allí comenzó a sonar contundentemente su nombre en el fútbol argentino. Y es que Ricky siempre jugó igual: fino y elegante. Su parecido a Zidane deslumbraba mientras anotaba goles como el de Lanús con una marca característica de él en ese momento: meterse al medio y sacar un divino disparo con esa zurda mágica. En 2011 se terminó de formar siendo la segunda joya que pulió Ricardo Gareca. Un jugador determinante que alternaba entre titular y suplente, recambio fantástico para Augusto Fernández y con presencia goleadora tanto en el campeonato como en la Copa Libertadores. Fue la joya de ese Vélez que consagró de punta a punta el Clausura 2011. Ese gran rendimiento lo llevó a que con 23 años pegue el salto a Europa cuando el Inter de Milán -equipo que había logrado la Triple Corona un año antes- lo adquirió en € 12.000.000.
Comenzó su carrera en el viejo continente disputando UEFA Champions League y con los años el Inter comenzó en la decaída que todos conocemos. Sin embargo, el nivel de Ricky era bueno y Alejandro Sabella lo tuvo siempre en cuenta. En el Inter jugó 89 partidos y marcó 14 goles. Le valieron para integrar el equipo previo al Mundial de Brasil 2014 donde marcó un gol ante Eslovenia y para finalmente ser uno de los 23 convocados. Su única aparición en el máximo certamen fue en la victoria por 3 a 2 ante Nigeria ingresando nada más ni nada menos que por Lionel Messi.
Luego del Mundial, pasaría a préstamo con opción de compra al Sunderland donde apenas jugó 17 partidos y anotó un gol ante el Fulham. El equipo inglés no hizo uso de la cláusula y allí comenzó una disputa entre ambos clubes por su ficha. Estuvo a punto de firmar en San Lorenzo para recuperar juego y presencia entre las Copa América pero finalmente FIFA decidió que siga jugando en Europa y fue así que firmó en la Sampdoria donde disputó 51 cotejos con 4 gritos. En 2018 recaló en el Atlas de Guadalajara donde juega 19 encuentros marcando un solo tanto.
A principios de 2020, regresa al club que lo vió nacer como si fuese una especie de homenaje a Andrés Calamaro y “10 años después”. En la derrota ante Godoy Cruz con Heinze como DT, el hijo pródigo daría su primer concierto de regreso. Comenzó la pandemia por Covid-19 y el fútbol se paralizó por completo. Dos hechos contundentes sucedían en Vélez: Mauricio Pellegrino era el nuevo DT y a fines de ese año, Fernando Gago decidía ponerle fin a su carrera como profesional. Fue así que Ricky Álvarez tomó el lugar de volante mixto elegante y dejaba golazos de tiro libre a lo Toni Kroos ante Huracán y Central Córdoba. También, un centro preciso y exquisito para que Juan Martín Lucero en la última selle el pase a Semifinales de Copa Sudamericana 2020 ante Universidad Católica en Chile.
Las lesiones y su pobre estado físico lo marginaron en todo el 2021. Sin dudas una carrera que podría haber terminado de otra manera. Un jugador de los que poco quedan en el futbol argentino, de esos de galera y bastón. El hincha de Vélez lo recordará siempre como ese flaco alto con rulos que brilló en las primeras gestaciones de Gareca y que con su venta se invirtió en jugadores y contratos que luego consagraron el Inicial 2012, el Primera División 2012/13 y la Supercopa Argentina 2013.
Lo que sí nunca hay que olvidar, es que representó a La Fábrica en la mejor presentación de Argentina en un Mundial luego de 1990 y en ese equipo que quedó impregnado en la historia. Hasta siempre, Ricky. Gracias por el futbol.
Ramiro Boz
@ramiroboz